El Perdon

Publicado el 27-03-2017 en Caracas, Venezuela


El perdón, por parte del que ha sufrido un daño o una injusticia, es propiamente el acto de olvidar quién ha sido su autor, Toda la Biblia pone de relieve particularmente la generosidad del perdón de Dios, su actitud de paciencia, de indulgencia, de misericordia: Dios olvida y deja tras de sí el recuerdo del pecado, perdona la deuda no imputa la culpa, Pero el perdón e s posible sólo con la condición de que el hombre pecador vuelva a encontrar la contrición del corazón, consciente de haber ofendido a Dios: se trata del «corazón contrito y humillado» que es al principio de una novedad de vida, premisa necesaria para que Dios otorgue su perdón.

En el Nuevo Testamento se nos presenta a Jesús como «el cordero que quita el pecado del mundo», consiguiendo con el sacrificio de su vida el perdón de todos los pecados de la humanidad, Reivindica para sí el poder de perdonar los pecados y perdona a sus mismos enemigos. Dice que hay que perdonar « setenta veces siete » y en la oración que enseñó a los discípulos les enseña a decir: «perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden» (Mt 6,12) El perdón no es solamente un elemento fundamental de la historia de la salvación, sino también «un elemento" indispensable para plasmar las mutuas relaciones entre los hombres, en el espíritu del respeto más profundo a lo que es humano y a la fraternidad mutua, Es imposible obtener este vínculo entre los hombres si se quieren regular las relaciones mutuas únicamente con la medida de la justicia. Ésta, en cada una de las esferas de las relaciones interhumanas, tiene que sufrir por así decirlo una notable «corrección» por parte de aquel amor que -como proclama san Pablo- es paciente y benigno, o, en otras palabras, lleva en sí los caracteres del amor misericordioso, que tan esencial es para el Evangelio y para el cristianismo. El perdón atestigua que en el mundo está presente el amor más poderoso que el pecado. El perdón es además la condición fundamental de la reconciliación, no solamente en la relación de Dios con los hombres, sino también en las relaciones mutuas entre los hombres. Un mundo del que se eliminase el perdón sería solamente un mundo de justicia fría y falta de respeto, en nombre de la cual cada uno reivindicaría sus propios derechos respecto al otro...» (Juan Pablo II, Dives in misericordia, 14).

El perdón no puede ciertamente entenderse como complicidad con el mal, como acto de condescendencia, de tolerancia o de resignación. El perdón es rechazo de la venganza; es el acto gratuito que restituye la libertad a aquel que se acusa, en cuanto que le abre un porvenir nuevo, dándole la posibilidad de cambiar. El perdón es conceder crédito a la libertad del otro, rechazando tanto la actitud de connivencia con el mal como la de venganza. El perdón es don, gracia, pero a un precio caro. Más aún, el perdón es más costoso que el don, va que el obstáculo que hay que superar requiere un esfuerzo dé más amor. Es por consiguiente un acto exigente, que tiende por su propia naturaleza a la conversión y al cambio del otro. Con el perdón se pone de manifiesto la caridad de Dios y su justicia misericordiosa. Para el hombre consiste, en último análisis, en ver el mal antes dentro de sí mismo, y luego en los demás supone la conciencia del propio pecado y de la propia precariedad, vivida no en términos de desesperación, sinó de apertura hacia la posibilidad del cambio,

R. Gerardi

Bibl.: D. Borobio, Perdón, CFC, 1019-1030; J Scharbert, Perdón, en CFT 111, 434-444; AA, VV El misterio del pecado y del perdón, Sal Terrae, Santander 1972; B Haring, Shalom: paz, Herder Barcelona 1970; S. Sabugal, Pecado y reconciliación en el mensaje de Jesús, Palermo 1985.

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